domingo, 13 de diciembre de 2009

MOTIVACIÓN


Cierto es que al alumno se le debe motivar desde el primer momento en el que el maestro entra al aula, debe hacerle partícipe del proceso enseñanza-aprendizaje, y más importante aún, conseguir que esa ilusión por aprender no decaiga en ningún momento de ese proceso. Desde el principio, como maestros, una función principal es la de conocer al alumno, y cuáles son las motivaciones y deficiencias que tiene. Tenemos que tener bien claro, según la teoría de las necesidades de Maslow, que a aquel niño que “sufra” baja autoestima, o que simplemente tenga algún problema de cualquier tipo, difícilmente lo vamos a tener predispuesto y con ilusión a enfrentarse a una unidad con atención y ganas de trabajar, por mucho “cuento” que le propongamos.

Dentro de la filosofía que hemos marcado, y como ya hemos mencionado antes en palabras de Dewey, intentaremos que el niño “quiera hacer lo que hace”, es decir, motivar a los alumnos a que deseen realizar aquello que les proponemos, mediante estrategias de aprendizaje activo, cooperativo, y gratificante, y sobre todo, que aporten a los alumnos la sensación de haber logrado su objetivo (siguiendo la teoría de la “necesidad de gratificación” de Maslow).

Además, en el aula tenemos dos niños con déficit de atención, con los que deberemos propiciar un ambiente de trabajo en el cual se sientan cómodos, y no tiren la toalla cuando les surge una dificultad (para no repetirnos, hablaremos de las estrategias concretas que utilizaremos con ellos en el apartado de Atención a la Diversidad).

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